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miércoles, 16 de julio de 2008

Sobre la Ontologìa y el Escepticismo de Hume

Aunque la filosofía de David Hume se define como escéptica, ella proporciona una salida al problema de Locke recurriendo a la noción de impresión. La impresión corresponde a copias de la realidad que se constituyen en una forma de conocer en la percepción, son las que están más cerca de la realidad y que a la vez proporciona la materia prima para la formación de las ideas simples: “Así podemos dividir todas las percepciones del espíritu en dos clases o especies, quienes se distinguen por sus diferentes grados de fuerza y de vivacidad. La menos fuerte y la menos viva son comúnmente llamadas pensamientos ideas. La otra especie no tiene nombre en nuestro lenguaje y en la mayor parte de otras lenguas; yo supongo que es así porque no es necesario, a menos que sea una cuestión filosófica, en donde se necesita arreglar las cosas bajo una apelación o un nombre general. Usemos por lo tanto nuestra libertad llamándola impresión, empleando esta palabra en un sentido que difiere un poco del sentido habitual. Por el término de impresión, empleando está palabra en un sentido que difiere un poco del sentido habitual. Por el término de impresión, comprendo todas nuestras percepciones vivas como lo entendemos, vemos, tocamos, amamos, dudamos, deseamos, o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas, que son percepciones menos vivas, de la cual tenemos conciencia cuando reflexionamos sobre algunas sensaciones o sobre algunos movimientos que acabo de citar.” (1). De la asociación de las ideas simples formamos las ideas complejas. De esta red de ideas formamos las costumbres y los hábitos que son las que sostienen las creencias, así no es necesaria la existencia del espíritu como facultad organizadora del intelecto. Con ello Hume encuentra la culminación de su filosofía empírica, el hombre encuentra su sostén en los sistemas de creencia, con esto Hume nos advierte que no existe un fundamento último ni lógico, ni psicológico del conocer, sino más bien natural, somos animales de creencia para perpetuarnos como especie: “La costumbre es el principio que ha realizado esta correspondencia, tan necesaria para la conservación de nuestra especie y para la dirección de nuestra conducta en todas las circunstancias y en todos los eventos de la vida humana.” (2). En la filosofía de Hume el dato o impresión es un existente que se fundamenta en su naturalismo-sociológico del conocimiento representado en la idea de creencia, el ser siempre lo encontramos sumergido en la posibilidad, las especies deben estar atentas y vivir pegadas a los cambios naturales. Estas ideas de Hume lo llevarán a frenar su escepticismo radical y mantendrá una actitud expectante y vigilante de lo creído. La ontología se funda en lo creído validado por un sistema biológico-social que vive en el tiempo. Esta misma actitud frente a la ontología, Hume la validará y la hará sinónima de su metodología de pensar, la determinación de la idea de escepticismo en Hume constituye un resultado de su investigación utilizando como armamento la misma actitud escéptica, esta actitud escéptica se transformó en su método.

Las doctrinas modernas que aceptaban ya sea el racionalismo o el empirismo conciben la razón como una entidad organizadora de datos cuyo funcionamiento se determina por procesos bien específicos, estas formas de pensar sostienen la tesis de la escisión metafísica ser-conocer provocando con ello el problema de la inducción destacado por Hume:¿cómo justificar el paso del mundo singular concreto al mundo universal abstracto? o ¿cómo pasar del tiempo presente del sistema al futuro o pasado?. El pensamiento filosófico moderno se esfuerza por construir formas que establezcan el nexo entre la realidad y el conocimiento, vale decir, los grandes problemas de ontología y de epistemología debían ser debatidos bajo la forma ideológica aceptada, el racionalismo o el empirismo serán las formas de análisis que caracterizarán la búsqueda de la operacionalización de las explicaciones.

En la época moderna el interés por los procesos epistemológicos, destacada por el mundo filosófico, sobrepasa el interés ontológico. Las doctrinas filosóficas modernas se inclinarán por la idea que la episteme es la unidad reguladora del saber y que en ella se reconoce una confianza ciega como validadora del conocer. Las doctrinas modernas centrarán los esfuerzos en descubrir el funcionamiento de la episteme, la ontología no será tema privilegiado, éste será tema de las ciencias, el ser permanece a nivel de ser, cuya existencia depende en última instancia de la episteme, el mundo de los objetos sin la partipación de la episteme es mudo, las ciencias necesitarán de la especulación metafísica.

Una claro reflejo de lo afirmado anteriormente lo vemos en el método experimental-racional newtoniano, método exitoso en las ciencias físicas, con este método se buscan las causas eficientes, el ser y el conocer se interpretaban bajo una mirada experimental-racional.

En opinión de Hume, las ciencias que buscan explicar el mundo externo se basan en conjeturas, porque dependen directamente de la experiencia que justificarían las ideas pre-concebidas, pero una vez justificadas por la experiencia ellas admiten realizan gran deducciones logrando extender el horizonte del conocimiento gracias al manejo de la cantidad y el número: “El caso es el mismo para todos los pretendidos razonamientos silogísticos que podamos encontrar en todas las ramas del saber, sabiendo bien que son las ciencias de la cantidad y el número; podemos asegurar, pienso, que la cantidad y el número son los únicos objetos de los cuales podemos tener plena confianza, pienso que la cantidad y el número son los únicos objetos propios del conocimiento y de la demostración.”(3) Así, para Hume, desde una perspectiva ontológica, el criterio de verdad estará definido tanto por el conocimiento adquirido por la experiencia como aquel sometido a la matematización. Para Hume, y en el orden del conocimiento científico avalada por el dogma empirista, la determinación de la existencia de la realidad no puede pensarse ajena a las determinaciones del sistema cognoscitivo, si esto fuera así sería una quimera, la existencia que desborda la experiencia y las ciencias demostrativas son producto de la facultad imaginativa del hombre. Los dogmas científicos serán las razones que hacen frenar el escepticismo en Hume. El escepticismo de Hume se robustece cuando el tema de estudio sea el sentido común. El sentido común no tendrá otra opción que asegurar el sistema de vida del sujeto sostenido en los sistemas de creencias. Como ya hemos afirmado, Hume considera necesaria las creencias y se justifican en la vida instintiva del individuo, vale decir, en la constitución biológica. De esto se deduce, dentro del sistema filosófico de Hume respecto al conocimiento del sentido común, que la razón se hace esclava de las pasiones, tomamos aquello que nos hace sentirnos bien, a nivel del conocimiento vulgar el sujeto es eminentemente emocional.

El problema del conocimiento del sentido común se transforma en esencia en un problema humano, porque las creencias son las únicas maneras de vencer las contradicciones, además si fundamos el conocimiento en las costumbres, producto de las pasiones, es porque no tenemos claridad reflexiva o consciente de los datos de los hechos, estos los constatamos como verdaderos o falsos dependiendo del sistema de creencia, pero ellos admiten un grado fuerte de posibilidad de ser verdaderos o falsos, ellos son posibles, de allí el escepticismo. El grado de posibilidad está determinado por el valor que éste tenga en el momento, lo que se pueda hacer o no con éste, estas ideas encierran una concepción pragmática del conocimiento. Lo posible depende de la capacidad de realización real, depende de lo contingente.
Debemos destacar que en la época moderna se multiplican las formas de estudiar la realidad, la ontología reclamaba especificidad, así la física adquiere un lugar privilegiado en el escenario del conocimiento y se relaciona estratégicamente con las ciencias formales desarrollándose exitosamente; las ciencias psicológicas, por otro lado, y con ella las ciencias sociales, se han demorado en construir un lugar seguro en la episteme. En ciencias sociales la determinación ontológica de los fenómenos requiere de varias definiciones cada una de las cuales han tenido que luchar entre los límites de lo temporo-espacial, el método usado en ciencias sociales debe poner especial atención a estos factores.

El mundo de los entes formales representa el mundo de los entes ideales y que de alguna manera ha evitado los problemas que se tocan con cuestiones de psicología del método, por ejemplo, de si el método como elemento descubridor depende directamente de la imaginación o de la intuición. Las ciencias formales interpretan el método como un instrumento definido en términos de una inferencia lógica, así no se tocan con la ontología y todos los problemas que ello implica, con ello se escapa de los problemas filosóficos.

Desde la óptica del pensamiento moderno, los acercamientos explicativos a la ontología a través de sus determinaciones metodológicas representadas por la física, la psicológía y las ciencias formales, lograron cautivar el pensamiento, porque ello significaba un camino seguro que señalaba el fin de la metafísica teologizadora. Es curioso que la división ser-conocer corresponde a un resultado de una reflexión metafísica realizada en la época moderna y, sin embargo en esta misma época se pretende olvidar los legados metafísicos por considerárselos distractores de la racionalidad. La pretensión del olvido de todo intento metafísico en el conocimiento obedece a una confusión del término de metafísica, el hombre de ciencia, o aún más, las ideologías empiristas, no pueden establecer conocimiento sino no se piensa en el dogma metafísico del determinismo.
(1) D. Hume: Investigación sobre el entendimiento humano. México,1994
(2) Ibíd.
(3) Ibíd.

Dominguez Vega Miguel

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